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Bienvenidos al blog del curso de guía de ruta de Valderrubio.
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domingo, 19 de junio de 2011

No son de primera. Tercera Regiona y ya.

Doy fe de que los baños de Alicún son muy desagradables y muy poco hospitalarios. No se los recomiendo a nadie. No pudimos comer en el restaurante del balneario por el intenso olor a geriátrico que inundaba todo el edificio. Además, la piscina es solo para clientes del hotel pero no para clientes del restaurante, y no son capaces de romper esa tonta regla a fin de satisfacer a unos clientes de paso que quieren refrescarse un poco. En la otra piscina, la del restaurante Los Torreones, nos cobraban unos sesenta euros solo por entrar a almorzar (por supuesto, la comida, aparte). Aunque les aseguré a las desabridas empleadas de la recepción que ni mis suegros ni mi esposa ni probablemente yo nos íbamos a bañar, que lo único que pretendíamos era comer algo porque ya pasaban de las tres de la tarde y aquello se encuentra bastante alejado de cualquier parte, se negaron a romper esa norma, y de esta manera tan sencilla rompieron una norma de carácter superior, la de la hospitalidad. Yo estaba dispuesto a pagar tres entradas, pero ni aun asín. No me extraña que esta zona haya sido tan pobre y deprimida durante tanto tiempo. Los andalusíes entendían que el agua es propiedad de todos, pero desde que llegaron los cristianos, se privatizó, y el buen rollo se fue a tomar por saco. Afortunadamente, encontramos un restaurante en Villanueva de las Torres. Después de abonar la cuenta, le pregunté al dueño en qué parte del río Fardes suele bañarse la gente del pueblo. Me dijo que hace tiempo había pozas pero las riadas del último año se las llevaron por delante. De todas formas, me indicó el lugar donde estaban las pozas y cómo llegar hasta él y lo encontré sin problemas. Me bañé en medio del cauce con mis dos muchachos. A Ernesto había que tenerlo agarrado todo el tiempo porque se lo llevaba la corriente y a Alex llevo casi un año sin verlo disfrutar tanto, salvo cuando está con sus novias. Las aguas de ese río, a pesar de la radiactividad, o precisamente por ella, están vivas. No solo hay truchas, también parásitos. Uno de ellos se enganchó en mi pierna y me dio un mordisco. Nos estábamos bañando en bolas. Un amigo de Motril me contó que una vez estaba bañándose en la playa nudista de Vera y llegó una medusa y le picó en todo los huevos. De modo que hay que andarse con cuidado en el río Fardes. Lo más curioso es que el agua no está fría ni de coña, sino más bien templada, más caliente que las playas de Mojácar en verano, lo que hace que apenas refresque. A la vuelta pasamos de nuevo por los baños y vi el sendero que conduce a la acequia de El Toril y el cerro de las Minas (la carretera pasa por la parte de arriba y no es necesario subir ninguna cuesta para ver los petroglifos), lamentablemente, hacía mucho calor y la Chrysler de mi suegro no tiene aire acondicionado. No era necesario calzarse las zapatillas para llegar a la acequia ni a los petroglifos, el terreno es apto para las chanclas. Pero mis suegros estaban cansados, los niños, dormidos, y hacía un calor del morirse. Por segunda vez en apenas tres días, volví a quedarme sin saber si la acequia que crece por sí misma y las piedras talladas son ciertas. En Gorafe nos cruzamos con un todoterreno de la Guardia Civil. Ese todoterreno es la prueba de que los recursos turísticos de esta zona están en manos de zoquetes que obtuvieron el título por casualidad. Resulta que entre Gorafe y la A7, al borde del cañón que el río Gor viene tallando desde hace por lo menos dos millones de años, se encuentra el Parque Megalítico de Gorafe. Sin embargo, lo que vimos allí no eran dólmenes sino cistas, enterramientos pertenecientes a la cultura del Argar. No eran como los explican en el Internet sino que tenían una pequeña abertura para entrar, como si fueran dólmenes pequeñitos. Calculé que si se juntan cuatro o cinco hombres, o dos o tres muy fuertes, pueden construir una cista en una mañana. Un dolmen necesita entre veinte y doscientos tíos y mucho más tiempo. Pero lo más gracioso fue encontrarse de nuevo el todoterreno de la Guardia Civil. Ellos venían en dirección contraria a la nuestra por un camino de tierra muy estrecho. Tuve que apartar tanto el coche que introduje las ruedas de estribor en la cebada. Mi suegro pronunció la palabra cuidado varias veces. El todoterreno se detuvo y el copiloto descendió. Se acercó a mi ventanilla y me preguntó hacia dónde nos dirigíamos. Bueno, a mí me parecía muy evidente dado que a ambos lados de ese camino hay un montón de enterramientos. Iba a decirle que estábamos buscando un lugar adecuado para enterrar a un cadáver pero me limité a hablarle de los dólmenes. Que íbamos buscando un dolmen grande y no la mierda de dólmenes que veíamos cada pocos metros junto al camino. Él me dijo que todos eran así de pequeños, pero no me dijo dónde se encontraban los grandes. En cualquier caso, las vistas sobre el cañón del río Gor son preciosas. Puedo asegurar que el paisaje del desierto de Gorafe (aunque mucha gente cree que no es un desierto, según mi suegra) contiene colores que no había visto en mi vida.


Por supuesto, ejercí en todo momento de guía de ruta. Incluso brinfeé como un campeón mientras nos incorporábamos a la Vía Hercúlea. Al presentar al conductor, me presenté a mí mismo. Con mi suegra hay que medir bien la información porque sabe mucho. Por ejemplo, cuando dije lo de “Entre Viznar y Alfacar, enterraron al ruiseñor”, ella añadió que hay una gran polémica sobre el lugar donde está enterrado el poeta y que muchos pueblos se disputan ese honor construyendo monumentos que la gente olvida en poco tiempo. No le pregunté, pero yo creo que me puso un notable. También me dijo que lo que menos les gusta a los turistas que llevan guías de ruta en sus viajes es la hoja de evaluación o de calidad. A la gente no le mola poner nota. Prefiere manifestar su valoración con la propina. De repente, siempre según mi suegra, alguien se levanta con una bolsa y va pasando por todos los asientos para que la peña haga su aportación. Se trata de la propina del guía y del chófer. Si sumas la cantidad de dinero recaudada en la bolsa y la divides entre el número de turistas que van en el autobús, el cociente es la nota del guía. No creo que la media supere los diez euros, de modo que diez euros de media serían un diez sobre diez, etcétera. Por cierto, a mi suegra le gustó el viaje, pero aseguró que no iría al balneario de Alicún ni aunque se les acabara el agua a todos los balnearios del mundo menos a ese. Mi suegra tiene una gran cultura balnearia y sabe de lo que habla. Dentro de un mes pasará unos días en el de la Hermida, en las inmediaciones de los Picos de Europa (recomiendo a los amantes de la buena letra leer su página).


Adiós, camaradas, los Niños de la Noche están a punto de cruzar as Alpujarras.


Un abrazo.


Antonio Romera


Sierra Elvira. Junio del año 2011. Domingo 19.

1 comentario:

  1. Pues vaya con Alicún, ya os lo dije yo...claro que es aún peor de lo que imaginaba.
    Pero la naturaleza es otra cosa, para mi es impresionante. Por cierto no hay dólmenes grandes tal como te dijo la benemérita, todos son bastante pequeños.
    Y hablando de benemérita, que ibas a esperar....chuletas de cordero jeje
    Dale las gracias a tu suegra, es bueno conocer esas opiniones de clientes de primerísima mano.
    Bsos

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