Pedirles perdón de antemano por lo que voy a decir ahora. No pretendo ser la conciencia del grupo y nadie me ha pedido que cuente la crónica del curso, no obstante, lo hago, lo estoy haciendo, básicamente porque somos libres de pensar y de reflexionar sobre el pensamiento del otro.
Esta mañana, mientras le daba vueltas a la excursión del río Velillos y al comentario de Javier y recordaba lo que nos dijo en clase el jueves, he llegado a una conclusión más bien triste: Si debíamos enamorar a nuestro empresario, fracasamos. El profesor nos advirtió de antemano que no íbamos a ejercer de “freakis del andar” sino que íbamos a dar un paseo tranquilo. En pocas palabras, le abandonamos a su suerte en la retaguardia del sendero. Sólo Isabel y Estrella se mantuvieron a su lado en todo momento. Las cosas como son. Estamos aquí para aprender y también se aprende de los errores, de hecho, se aprende más de los errores que de los aciertos. Si nos contrata un empresario muy atlético a quien le gusta caminar a toda hostia, nosotros, que necesitamos ese trabajo como el comer, nos entrenaremos para seguir su ritmo, y si el empresario es un tipo que se detiene delante de cada bicho y se pasa diez minutos mirándolo, por mucho asco que nos den los bichos, nos convertiremos en entomólogos al menos durante un día y observaremos a los insectos como si en ello nos fuera la vida. No somos niños, algunos incluso llevamos en este mundo más tiempo que nuestro profesor, es lógico que éste nos trate como a adultos y deje que seamos nosotros quienes tomemos nuestras propias decisiones. Estoy convencido de que podemos hacerlo mejor. Convencer al empresario una vez concluido el sendero no es una opción. Hay que seducirlo sobre la marcha. Pero no os preocupéis, a veces, el aprendizaje nos llega de los acontecimientos más insospechados.
Por último, me gustaría dejar claro que esto no es una rectificación a mi anterior entrada sino un añadido. Insisto en que esperábamos mantener una buena charla con Javier en cada una de las paradas programadas. Las paradas ocurrieron según lo previsto y en los lugares indicados, pero las charlas se esfumaron cuesta arriba. Sigo pensando que fue una buena excursión, aunque el empresario se nos vaya a la competencia.
Un abrazo.
Antonio Romera
Mojacar. Septiembre del año 2011. Domingo sin liga.
Hola de nuevo, Antonio. Ésto del blog parece ser para tí y para mí, y alguna que otra intervención furtiva. Supongo que es que los demás andan muy ocupados.
ResponderEliminarNo, no pretendo que seáis zoólogos, ni botánicos ni nada por el estilo. Lo que quiero es que recordéis, ampliéis y pongáis en valor lo que una vez os enseñaron en el cole, y que al igual que vosotros, la mayoría de la gente ha olvidado. Solo que seáis capaces de contar lo mismo que decían los paneles, antes de verlos, porque la mayoría de vuestros clientes ya saben leer. No es mucho. Cuatro piedras y cinco plantas. Algo del agua, y algo de las formas de cultivo y de las gentes que viven por esos entornos, y de como todo interacciona para crear el paisaje. Basta con leer un poco y aumentar un poquito la cultura general. Creo que no es tanto, vaya. Un guía sin cultura general... pues no sé. Además que no sé por qué distinguir el barroco del románico es cultura pero diferenciar un pino de un roble no lo es. Tus compañeres decidieron no seguir aprendiendo estas cosas, entonces seamos congruentes. Al que pregunte, le cuento, pero no voy a soltar la monserga a quien no quiere conocer. Con que sepáis lo que viene (porque viene) en el sacrosanto manual, será suficiente, digo yo. De todos modos, como tenéis grabado a fuego que no podéis enseñar nada ni bajaros del autobús salvo para comprar entradas y gestionar hoteles y acercar a la gente al hostal de carretera en la parada, pues ya está. A otra cosa mariposa. Los que han metido estas cosas en el sacrosanto manual (porque vienen) debe ser que andaban fumados o no le preguntaron a Inés. Según he ido hablando del medio natural, os he ido dando ejemplos de actividades con la gente, de maneras de contar, etc... pero la presión atmosférica de Valderrubio y el grado de humedad hacen que los bolis no pinten en las libretas. A lo mejor por eso a casi nadie se le ocurrió proponer ninguna actividad para llevar a cabo con los posibles turistas o con escolares o con yayos o quien fuere. Y durante el recorrido la mayoría tampoco preguntó por nada, ni siquiera por el GPS (que suele resultar curioso, nunca me ha pasado)... Un amigo mío de Rute, con marcado acento cordobés lo dice muy bien... Ya si eso te lo cuento en clase.
Saludes