La ironía consiste en comenzar un curso de guía de ruta haciendo juegos para conocerse y acabarlo haciendo juegos para llevarse bien, a ser posible, para llevarse bien en el campo. Entre un momento y otro han pasado muchas cosas. Casi todas buenas. Incluso las que parecían malas en un principio, luego no lo fueron tanto, y no me refiero a Eva y a Gustavo porque todavía les echamos de menos. Sin darnos cuenta, hemos aprendido algo de turismo, algo de naturaleza y mucho de relaciones humanas. Por no hablar de las interesantísimas lecciones magistrales de riesgos laborales que hemos recibido últimamente. Lo digo en serio. Hay cosas muy simples en las que nunca piensas a no ser que alguien te las muestre.
La verdad es que necesitábamos un poco de marcha, un poco de micrófono y un poco de joder no tengo tiempo para hacerlo. En su momento, critiqué estos juegos sociales sobre los que hay una grande, diversa y aburrida literatura que no pienso leer a no ser que me obliguen. Los critiqué porque me vi a mí mismo como a un turista más a las órdenes de un guía constreñidor. Un cliente y amigo de El Gran González, cuya identidad no voy a revelar, me contó lo siguiente, para hacerse amigo de las chicas que pernoctaban en la casa de al lado, cogió un cubito de hielo, se acercó a la puerta y tocó el timbre. Cuando ellas abrieron, Iván el Magnífico lanzó el cubito al suelo y dijo, ya hemos roto el hielo, ahora, vamos a hablar, ¿cómo os llamáis? Por lo tanto, estampado el hielo, juguemos.
Con un abrazo.
Antonio Romera
Sierra Elvira. Miércoles del año 2011. Cumpleaños de Curro. Felicidades.
Ahora debería de aparecer una foto.
Todavía no habíamos llegado al dramático cruce. Por lo tanto, íbamos por el buen camino. Al fondo puede apreciarse la convivencia de la encina joven con el pino viejo, en primer plano, un tío feliz porque aun no sabe lo que le han reservado los dioses. Entre Iván y las encinas jóvenes, por orden de avance, Toñí, Rut y Puri, a punto todas de purificar sus penas. Que Dios las bendiga por ser tan buenas. Así como a Dani y a Inga, que no sale por purita casualidad. Qué coño, ahora van a salir. Ahí va.
Por cierto, se llaman Aída y Ernesto, Ernestoven para los amigos.
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