Gracias al virus que llegó de Canadá sé que Inga sigue consultando de vez en cuando el blog. Felicidades. Y felicidades también a Puri, no solo por decidirse a incluir una entrada sino también por la buena marcha de su nuevo curso. Sacar un diez en el primer examen es un excelente comienzo lleno de buenos augurios. Enhorabuena.
Decía que el virus en cuestión llegó de Canadá, no sé si estaba haciendo turismo allí o si aprovechó la coyuntura para hacer turismo aquí. Mi hermano Lali y su novia se fueron de vacaciones a Canadá a mediados de Agosto. Unos días antes del regreso, recibí dos mensajes de Lali muy raros, pero como eran de Lali y como todos sus mensajes son un poco raros, los abrí. Contenían sendos links para ver unas fotos. Pensé que mi hermano había colgado en algún sitio las fotos de su estupendo viaje a Canadá y pinché. Cuando la página recién abierta me exigió un número de móvil, la mandé a tomar por saco. Pero el mal ya estaba hecho. Al instante recibí veinticuatro mensajes en dos milésimas de segundo. Los borré todos, pero los mensajes seguían llegando como una tremenda vomitera después de una noche de sexo, drogas y rock and roll. Así que salí de Internet y apagué el ordenador. Cuando volví a encenderlo, mi cuenta estaba bloqueada. Mamen me dijo, tienes un virus, pero ella lo tenía igualmente porque entre los contactos de Lali también está su dirección. Me descargué un antivirus gratuito llamado Avast y le di un repaso a todas las carpetas. Encontré catorce virus y los eliminé. Luego, gracias a mi habilidad innata con la informática, logré restaurar la cuenta, cosa que mi adorable esposa todavía no ha conseguido.
Aprovecho para recordarle a Estrella que sigo en posesión de La soledad de los números primos. He puesto el libro en un lugar bien visible de mi casa para que no se me olvide. Porque si no se lo devuelvo, aparte de que eso, de por sí, es una cosa muy fea, ella nunca me prestará más libros. Como estamos en crisis y los libros son tan caros, últimamente me dedico a leer títulos que ya había leído antes. Pero no lo digo para que me tengáis lástima. En realidad, releer un libro está muy bien, especialmente en casos como el mío, que olvido todo lo que leo a los pocos días de leerlo. La otra noche, buscando algo que llevarme a los ojos antes de dormir, encontré El árbol de la ciencia, de Pio Baroja, y fue como si lo leyera por primera vez. Además, me pareció increíble que una novela escrita hace más de cien años fuera tan moderna, de hecho, habría podido constituir el manifiesto del 15-M de la generación del 98. Por cierto, no he ido a las manifestaciones porque soy muy vago, pero estoy con ellos.
Un abrazo.
Antonio Romera
Sierra Elvira. Octubre del año 2011. Sábado 15.
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