Ahí va un chiste para contar en el autobús. Lo he oído a las 13:19 de hoy. El Infantil A de Atarfe se enfrentó esta mañana al Infantil A de Motril en el campo de Pueblo Nuevo. Esto todavía no es el chiste. Como la camiseta del Atarfe es muy parecida a la del Betis, mi hermano Franci decidió ir al partido con la verdiblanca puesta, pues su sobrino Alex, mi hijo mayor, jugaba en ese equipo. Curiosamente, el portero motrileño era el hijo del Emilio, un amigo de toda la vida de Franci y conocido mío desde que éramos pequeños. Este muchacho acaba de sobrevivir a un tumor cerebral pero no es así por eso, ya era así antes, un tipo salvaje, extrovertido y con un gran corazón, un muchacho que para entretenerse mata jabalíes con lanzas. No obstante, el Franci, con la camiseta del Betis, decidió apoyar al equipo de Sierra Elvira. Pero no fue Emilio quien nos contó el chiste sino el dueño de la tienda de pollos asados que hay junto a la casa de mi hermano. Al reparar en la camiseta, dijo, hombre, así que eres del Betis, pues yo soy del Sevilla. Mi hermano respondió que el Sevilla tiene un gran equipo y que Negredo es un máquina. Y entonces ocurrió el chiste. Te voy a contar un chiste de béticos, dijo el pollero. Esto es un bético de toda la vida que se iba haciendo mayor y no conseguía tener hijos. La ilusión de su vida, y la ilusión de la vida de su esposa, era tener un hijo. De repente, cuando ya parecía que estaba todo el pescado vendido, el bético y su esposa peregrinaron a Moclín un 5 de Octubre y de este modo la mujer quedó preñada no se sabe de quién. A él no le importaba el origen real del espermatozoide campeón, lo importante es que al fin podría ser padre. Traer a un nuevo bético al mundo era para este hombre más necesario que la propia vida. Efectivamente, en cuanto el niño nació, el padre le compró una equipación completa del Betis. Era hijo único, un hijo muy deseado y por lo tanto protegido, la auténtica sal de la vida de sus padres. Transcurrieron los años, el Betis bajó a Segunda, bajó a Segunda B, se mantuvo en Segunda B, subió a Segunda, se mantuvo en Segunda, subió a Primera, etcétera. El niño iba creciendo y un buen día ya era grande y sus padres le compraron una moto, o a lo mejor se la compró él mismo con los ahorros obtenidos en sus trabajos ocasionales. Y hete aquí que se hostia con la moto y está a punto de morir. En el hospital, después de examinarlo concienzudamente, el médico de urgencias le dice al padre que su hijo está muy mal, está fatal, que o lo opera o se muere. A lo que el hombre replica, pues que se muera, a Lopera no lo quiero ni en pintura. Amigos, no nos olvidemos del turismo deportivo. Cuando los grandes estadios descansan, miles de turistas los visitan. He visto el Bernabeu y el Camp Nou y están llenos de Historia y de historias. Imaginemos que nos dirigimos a Sevilla para presenciar un Sevilla–Betis con un grupo de amigos que le ha encagardo la organización del viaje a un guía de ruta recién salido del horno, uno que no está ni poco hecho ni achicharrado, bueno, pues de aquí a la capital hispalense podemos y debemos contar un montón de cosas relacionadas con los anteriores Sevilla-Betis, con las estadísticas de victorias, empates y derrotas, con el estadio donde se disputará el encuentro, además, si te sabes un par de chistes o al menos uno sobre cada equipo y los cuentas al final del discurso, habrás triunfado. Contar chistes es la mejor animación a la que puede recurrir un guía de ruta. Tú cuentas uno o dos chistes y la naturaleza humana hará el resto. Ya puedes echar una siestecita y dejar que los turistas se animen solos. No es necesario implicarse más. Porque la naturaleza humana es de contar chistes como la de la cascada es llevar agua. Por otra parte, es un método de animación menos peligroso que el del pañuelo, aunque si los chistes se convierten en pedradas, entonces, compañero, propón el pañuelo. Siempre es mejor una caída que un garrotazo.
Y siempre es mejor un abrazo que una caída.
Antonio Romera
En Sierra Elvira, a ocho días de Octubre del año de Nuestro Señor 2011. Sábado.
PD. Puri, gracias, yo también he reflexionado mucho después de leer tu entrada. Ya sabes que no opino lo mismo que tú sobre algunas canciones que suenan en todas partes y que parecen perseguirme ni sobre el asunto Naturaleza. Si yo hubiera estado en aquella votación, habría ganado la Naturaleza. ¿Recuerdas la canción de Danza Invisible? Yo tampoco. No sabría tararearla pero sé que existe. Sin ánimos de entrar en polémicas, porque opino lo mismo que vosotras, aunque quizá con menos vehemencia, me gustaría afirmar públicamente que a pesar de todo yo sí aprendí algunas cosas con el magisterio de Javier. A él y a todos vosotros, y a Inés, y a Rocío, y a José y a todos los miembros del CEDEFO, dedico la siguiente foto. Si es que la encuentro.
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