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Bienvenidos al blog del curso de guía de ruta de Valderrubio.
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viernes, 20 de mayo de 2011

El turismo suicida.

Hola, amigos, estaba estudiando para el examen y me tropecé de golpe con esta expresión, “Espíritu de horizontalidad”. Atención, se trata de un espíritu relacionado con los fondos LEADER y se parece mucho al que me embarga a mí después de comer, un espíritu o fantasma que entiendo muy bien, aunque no sé lo que significa el otro. Espíritu de horizontalidad. Suena bonito. Incluso suena a algo sexual, pero también a algo que se acaba porque la horizontalidad suele ser el final de los seres vivos a no ser que te mueras en sentido vertical como los ahorcados. He escrito en el examen que los fondos LEADER están pensados para el desarrollo rural desde un punto de vista metaturístico. Desde luego, no he utilizado esa expresión a fin no cabrear a nuestra seño. Es decir, aportar dinero para que el medio rural se desarrolle por sí mismo y dependa de sus propias potencialidades en beneficio de sus habitantes. Todavía no sé si he acertado porque no se lo he preguntado a nadie ni he sido capaz de abrir los apuntes. No me ha dado tiempo. Si los sindicatos de Franco eran verticales porque los controlaba él, si eran sindicatos solo por el nombre, los horizontales, por la cuenta de la vieja, son los que dependen de sí mismos, de los propios trabajadores, y son auténticos, al menos sobre el papel. De lo que se deduce que si los trabajadores son la base de la producción, y si las bases siempre son planas porque de lo contrario no serían bases, los dineros del LEADER son horizontales porque los gestionarán los propios interesados. Tiene que ser eso. Es más, estoy convencido. No lo he mencionado en el examen porque no me gusta hablar de lo que no entiendo y porque la maestra no quería un examen demasiado largo ni frases demasiado largas, como diciéndonos que el conocimiento se encuentra en las formas breves. El otro día hablé con mi suegra sobre los benditos guías de ruta. Ella es una experta, conoce a un nuevo guía de ruta cada dos meses. Como es madre de cuatro hijas y un hijo y se ha pasado media vida cocinando, ahora quiere que otros lo hagan por ella. Por eso viaja tanto con su marido, ni más ni menos que el Gran González en persona. Y se acuerda por ejemplo de la guía de ruta que los acompañó hace años hasta San Petersburgo porque hablaba de vez en cuando en el autobús. En cambio, hay decenas de guías de ruta cuyos nombres y rostros no recuerda, gente muy silenciosa que no abría la boca ni para respirar. Éstos se limitaban a controlar las paradas, a evitar que el amable conductor olvidase a algún turista en los descansos de turno, a gestionar y asignar las habitaciones de los hoteles y cosas así. Afortunadamente, no tenían que acompañar a los turistas al cuarto de baño. Si la profesora me dice que hay que acompañar a los turistas al cuarto de baño, de verdad, yo dimito. A la pregunta de si alguna vez la habían invitado a participar en uno de esos juegos de conocerse, respondió que no. Lo juro, estuve a punto de darle un abrazo. La conclusión que obtuve después de hablar con ella fue que para ser un buen guía de ruta hay que aliarse con la brevedad. Por ejemplo, yo me imagino a mi cuñado el “ingeniero” haciendo de guía de ruta en un autobús conmigo dentro y me cago encima. Nos explicaría hasta el último tornillo de la almazara que estamos visitando y seguro que la persona que fundó la fábrica era pariente suyo. Si fuera turista y me tocara un guía como mi cuñado, saltaría por la ventana. Ni la Santa Inquisición fue capaz de imaginar una tortura semejante. Sin embargo, hay algo en los guías de ruta que supone una auténtica tentación y que no posee ningún otro guía turístico en el mundo turistizado, un enemigo de la brevedad, el micrófono. Compañeros, los guías de ruta trabajan con micrófono. Ni siquiera tienen que levantarse para hablar porque mientras el autobús esté en marcha no pueden abandonar su asiento. Me lo contó mi suegra. Se limitan a sentarse en primera fila y desde allí, como si fueran locutores de radio, amplifican su voz. La obligación de no abandonar el asiento les otorga de hecho una cierta impunidad. Y eso me llama mucho la atención porque yo, cuando me noto impune, tiendo a ser terrible. A veces, las cosas malas no son malas de por sí, se convierten en malas en cuanto te pillan. De modo que es mejor que no te pillen. La impunidad que proporciona el respaldo del asiento no es tan impune como sería deseable, pero sí lo suficiente como para no sentir vergüenza. A mí me dan mucha vergüenza los micrófonos, pero al mismo tiempo me vuelven loco. Tú te pones a hablar por un micrófono y todo Dios se calla para ver qué cojones dices. Aunque no tengas nada que decir o lo que tengas que decir sea una gilipollez, ellos se quedan callados. Me parece alucinante, casi un milagro. Una tentación de la que nadie está a salvo. He intentado ser tan breve esta mañana por temor a que me corten las pelotas que ahora tengo que soltarlo todo. Acabo de cenar con mi amigo Maciej. Él también hizo un curso de guía, pero en Polonia. Dice que tuvo que aprenderse toda la orografía de Polonia y los nombres de todas las montañas y ríos. Para examinarlo, le ponían diapositivas con un paisaje y él tenían que decir a qué parte de Polonia pertenecía y el nombre de las montañas del fondo. El tío es actor mimo pero habla más que mi cuñado y casi tanto como mi hermano. Ha querido conocer algunas preguntas del examen. La primera que he recordado ha sido la de la sostenibilidad. Ni puta idea. Luego, el excursionista. Todo el mundo sabe lo que es un puñetero excursionista, un tío con una mochila, hostias, pues no, es un tío con una mochila que no pernocta. Si pernocta, con mochila y todo, se convierte en turista aunque no quiera. Había que verle la cara al polaco. En fin. Estoy pensando ahora mismo en el examen de esta mañana y he descubierto un pequeño desajuste. Resulta que como empezamos el curso un poco tarde, vamos a recuperar los días perdidos en Agosto. El temario que le correspondía a nuestra profesora llegaba hasta el 30 de Junio. Es decir, si el temario de Inés llegaba hasta el día 30 de Junio antes de empezar el curso, y si el curso no empezó hasta el 3 de Mayo, dos semanas después del horario previsto, ¿cómo es que ese 30 de Junio sigue siendo el día de la fatal despedida? No lo entiendo. O lo recuerdo mal. Lo lógico sería que Inés tuviera que prolongar su admirable labor hasta mediados de Julio. Me imagino la escena. Inés, un segundo después de conocer la noticia, “¿el qué?”. Pues eso, hija mía, que nos gusta tenerte cerca, y que el turismo suicida puede esperar.


Un abrazo


Y endorfinas para todos.


Mojácar. Mayo del año 2011. Viernes 20.

3 comentarios:

  1. Antonio, te has superado!!!!!!! he llorado de la risa. Ayer miré el blog y me decepcionó no encontrar nada pero hoy me he llenado de endorfinas. Muchas gracias y sigue así.
    Antes te escribí otro comentario pero se ha borrado o vagará por el submundo de los ordenadores.

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  2. Hola querido, agradecerte una vez más tu enriquecedora participación.
    Siento que a tu amigo polaco le dijeran que el turismo se reduce a geografía de Polonia, o que a tu abuela le toquen los guías más sosos de este mundo, igual es que no les pagan bien...en fin...
    Por mi parte intento formaros para que seáis buenos profesionales, y para que el curso os sirva para algo y seáis capaces de ser un poco versátiles, para que tengáis abiertas el mayor número posible de opciones, dentro de este mundillo que tantas oportunidades gernera en nuestro país, y esto no quiere decir que no te calles ni debajo del agua, si no que contribuyas como profesional del turismo a difundir nuestra maravillosa cultura, me parece muy triste, que un guía de ruta de aquí a San Petersburgo, no tenga absolutamente nada que decir, me da pena, me pregunto, es desgana? es desconocimiento? no se, de todas formas es un problema, pienso que si los guías de tu abuela fuesen profesionales e hicieran su trabajo: ayudar, instruír, y enseñar aquello que merece la pena, se acordaría de ellos, y eso es lo que yo quiero, que se acuerden de vosotr@s y de nuestra maravillosa tierra, quedándose con ganas de volver para poder conocer lo que les ha faltado, deseando que les atiendan buenos profesionales como vosotr@s capaces de contribuír a que el viajero recuerde su viaje como una experiencia inolvidable.

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