Este fin de semana se está celebrando en Mojácar la Spring Party, una fiesta organizada no para mejorar la condición del ser humano sino con el objetivo concreto de atraer turismo en una época del año en que el turismo está en cualquier parte menos aquí. Detrás del evento se encuentran algunos garitos de moda como el Mahoi y el Mandala, pero no el Ayuntamiento. Éste no solo no apoya el happening sino que lo desaprueba abiertamente al considerar que nuestra juventud consituye un turismo muy peligroso. Frente al turismo tranquilo de parejitas y familias con hijos, frente al turismo anglosajón de la tercera edad, que busca un lugar sosegado y soleado, un remanso de paz y armonía, está el turismo joven, asociado muy a menudo con la delincuencia por parte de los poderes públicos y de muchos vecinos ingleses y españoles de Mojácar, aunque ni ellos ni sus antepasados nacieron aquí. Por lo visto, ambos turismos son incompatibles en un mismo espacio en desarrollo. La pregunta que se hacen estos días muchos empresarios del sector y a la que ya había respondido el Ayuntamiento, es cuál de las dos opciones preferimos para Mojácar.
Algunos establecimientos hoteleros como mis vecinos de Mojácar Vista se negaron a contratar el servicio de hospedaje que les solicitaba la organización de la fiesta, acogiéndose así a la opción del turismo tranquilo. Pero la diferencia entre los marchosos jóvenes y los sosegados matrimonios no es solo el ruido, además, está la estacionalidad, un concepto que nos explicó muy bien Inés. Resulta que quienes buscan tranquilidad son más estacionales que quienes buscan las tres emes de la canción, y si pensamos en términos laborales, como hacen los del PP de Mallorca para destrozar las playas vírgenes con multihoteles de lujo, el turismo menos estacional crea más puestos de trabajo que el otro, porque para bailar y conocer a gente no hace falta que haga buen tiempo. Por el contrario, el turismo estacional siempre está mirando al cielo por si encuentra en él alguna señal que le aconseje anular la reserva. Este fin de semana han acudido a Mojácar más de mil quinientos jóvenes que andarán entre los veinte y los veintisiete años de media; al igual que nosotros, muchos establecimientos hoteleros se han visto prácticamente desbordados, pero no abordados, por una ola de clientes semejante al gran tsunami del verano. Si no es por ellos, éste habría sido uno más de los aburridos y vacíos fines de semana no estacionales de Mojácar.
Y en contra de lo que pudiera haber previsto el Ayuntamiento en sus peores pesadillas, Mojácar sigue intacta. En nuestras casas habrán pernoctado desde el viernes unas sesenta personas, los quince apartamentos de El Gran González han estado a tope cien por cien, ocupados por presuntos piratas del ron y el mojito, presuntos salvajes descerebrados que sin embargo solo buscan alejarse un poco de la indignación cotidiana que nos afecta a todos últimamente, no obstante, hemos devuelto todas las fianzas sin ningún problema, el único percance ha sido una mesa rota y una fianza sin devolver, nada que suponga la ruina para nadie. Eso sí, a lo largo del Paseo del Mediterráneo llegué a contar hasta tres controles de la Guardia Civil.*
Antonio Romera
Mojácar. Abril del año 2012. Domingo 15.