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Bienvenidos al blog del curso de guía de ruta de Valderrubio.
Aquí podrás encontrar algunos consejos sobre viajes y bonitos lugares para visitar en toda la Vega y Granada en general.
Las rutas del blog están diseñadas y guiadas por nosotros mismos
Espero que te gusten y te sirvan para pasar más de un buen rato.

martes, 7 de febrero de 2012

¡QUE SABE NADIE...!!!!!!!!

El padre de una amiga decia que si hubiera sabido que iba a vivir hasta los 83 años, que ya tenia cumplidos, hubiese cuidado más su cuerpo para no tenerlo tan "hecho polvo"

Mi abuela no era inglesa.

El buen turista debe cuidarse para depender siempre de sí mismo. Durante mucho tiempo, distinguíamos a las mujeres extranjeras de cierta edad que visitaban nuestro país no sólo por el colorido de sus vestidos, impensable en ese mundo tan paradójicamente oscuro que llevaban nuestras madres y nuestras abuelas, sino también por esa forma pizpireta de moverse y de enfrentarse a las cosas en general. El único turismo que hacía mi abuela paterna desde mucho antes de ser mi abuela consistía en ir a Granada caminando una vez al año, desde Motril, para asistir a las celebraciones de la Virgen de la Cabeza. Turismo religioso y deporte de riesgo no apto para cualquiera, pues requería un estado de forma excepcional. Mi abuela se pasó toda la vida trabajando en el campo, era una mujer dura que no se acojonaba fácilmente, que fue abandonada por su marido durante la Guerra Civil y que luego enviudó demasiado pronto. No sé si las extrovertidas inglesas habrían sido capaces de caminar toda una noche para llegar a Granada por esos caminos de Dios, pero sí sé que a su edad, mi abuela parecía absolutamente decrépita. La artritis le había comido las manos y a partir de los sesenta sus dolores de espalda se agudizaron hasta dejarla prácticamente postrada en una silla de anea. A pesar de la artritis y de la espalda, todos los días cosía, leía e iba al ambulatorio a por medicinas y a las novenas de las beatas. Pero a la edad que lucían las extranjeras, ella nunca se habría vestido como las turistas ni habría salido de su país ni habría podido pasarse un día entero viendo iglesias y monumentos. Con setenta años, el único turismo que hacía mi abuela era el literario. Mientras que las inglesas parecían mucho más jóvenes, a ella le ocurría todo lo contrario. Sus setenta años eran como ochenta o noventa en países más desarrollados.


En principio, al aumentar nuestra esperanza de vida, aumenta también nuestro tiempo para el turismo y nuestras posibilidades de elegir entre un amplio abanico de propuestas. Sin embargo, vivir más años no significa de por sí que nos encontremos en condiciones de hacer todo los que nos apetezca. Si por ejemplo hemos llevado una vida pródiga en excesos con la bebida y con la comida es más que probable que de nuestras futuras rutas turísticas se descuelguen todas las gastronómicas y todas las vinícolas y todas aquellas que se alejen más de cincuenta kilómetros de un hospital. Es verdad que el turismo de clínicas y balnearios requiere justamente lo contrario, pero, como su propio nombre indica, es un premio de consolación, una demostración obscena de que ya no dependemos de nosotros mismos. No se trata pues de vivir más años, sino de seguir vivo y coleando. En la vejez, la salud es el reflejo de nuestra biografía, una imagen invertida de lo que fuimos. Quiere decir que si nos cuidamos y no somos demasiado díscolos, luego podremos serlo durante más tiempo.


Un abrazo.


Antonio Romera


Sierra Elvira. Febrero del año 2011.